Estás en: LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO EN EL UMBRAL DE UN NUEVO PARADIGMA

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En la Fig. 2-10 de nuestro libro se representa en ordenadas, la renta nacional bruta per cápita, de los 10 países más poblados de la tierra, además de la Unión Europea. Las abscisas son los años que van de 1960 a 2000.

En ella se ve que el crecimiento económico se ha producido y, de forma desproporcionada respecto de los otros, en los países más ricos (Japón, EE.UU y U.E). Hay 6 países, China, Indonesia, India, Pakistán Bangladesh y Nigeria, que juntos tienen la mitad de la población mundial, y que apenas despegan de la ordenada cero en el gráfico para hacerse visibles junto a los países ricos. Brasil y la Federación Rusa se destacan algo de ellos.

Pero me quiero fijar ahora en Brasil, uno de los países más importantes dentro de las BRIC, para mostrar cómo la tan alabada evolución de los países emergentes no es otra cosa que una réplica, dentro de un país que despega, de la perversión del crecimiento de los países ricos. Y copio:

En Brasil, la mitad más pobre de la población percibía el 18 % de la renta nacional en 1960 y sólo el 12 % en 1995. El 10 % más rico de los brasileños percibían el 54 % de la renta nacional en 1960 y el 63 % en 1995.

Y yo añado: Dudo que el 12 % de 1995 sea más que el 18 % de 1960, pero lo que es incuestionable es que el 63 % de 1995 es mucho mayor que el 54 % de 1960.

Por lo que se sabe hoy, estos datos serán seguramente más escandalosos en la India.

Lo anterior viene a desmentir cualquier proclama liberal de que el sistema actual da el mejor balance mundial en términos de crecimiento, empleo y reducción de la pobreza. Ciertamente el crecimiento del bienestar y del empleo lo da, pero para los países ricos, y para la gente rica de los países pobres.

La obra del adelantado Aurelio Peccei, el que fundara en 1972 el Club de Roma, ha dado su fruto. Lo que falta ahora, y hay que reconocer que es tarea harto difícil, es consolidarlo a su debida escala, la planetaria. El cauce natural debe ser el de las Naciones Unidas porque, primero, ha de ser consensuado por todas las naciones de la tierra, y en segundo lugar, porque en las NU radican todos los elementos que han de transformarse: El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y un sinfín de Agencias.

Para entendernos, voy a llamar Modelo de Crecimiento (MC) al vigente, y Modelo Desmaterializado (MD) al nuevo paradigma que se preconiza. En nuestro libro leemos:

No es necesario un gobierno mundial para abordar los problemas planetarios, pero hace falta que exista una cooperación científica mundial, un sistema de información global, un foro internacional en el que puedan elaborarse acuerdos concretos y una colaboración entre los países para poner en práctica estos acuerdos.

Hay que aclarar que esto está dicho en el mero contexto de los problemas científico-medioambientales. Sin embargo yo estoy pensando no en los problemas, sino en el PROBLEMA, con mayúsculas: El nuevo paradigma ha de ir más allá. No estoy seguro de que para implantarlo se requiera un gobierno mundial, como no fuera que como tal entendiéramos un conjunto de Instituciones coordinadas adecuadamente, pero pienso que al menos una moneda única sí sería muy conveniente aunque no fuera más que para facilitar el trabajo del contable que luego aparecerá en escena.

De la Bibliografía de nuestro libro, tomo: Herman Daly (un economista del Banco Mundial) es una de las pocas personas que ha empezado a pensar a fondo sobre el tipo de instituciones económicas que podrían servir para mantener un estado sostenible deseado. Plantea una mezcla de mercado y dispositivos reguladores que provoca muchas reflexiones.

El liderazgo para el Modelo Desmaterializado requiere disponer de personas que sobresalgan en estas habilidades: Las de un estadista, un contable, un economista, un sistemista, un emprendedor y un ingeniero. Me explico:

- Un estadista y no un político, porque el empeño es de alcance global. Para toda la tierra y para toda la humanidad. Presente y futura.

- Un contable y no un economista porque de lo que se trata es de llevar bien las cuentas de la casa, de nuestro oicos común.

- Un economista buen conocedor de ambos, Modelo Desmaterializado y Modelo de Crecimiento a fin de no dejarse atrapar por lo vigente, mientras utiliza su sabiduría y aprecio por la excelencia del Modelo Desmaterializado que pueda dar al hombre la razonable satisfacción que necesita.

- Un sistemista y no un puro matemático (que también ha de serlo) para que pueda moverse con soltura en el trabajo ya hecho en World3 y proyectarlo al futuro.

- Un emprendedor. Se caracterizan los emprendedores por poner su imaginación, entusiasmo, y hasta su valor al servicio de una idea nueva, inexplorada, arriesgada. Uno que tenga la experiencia de haber ejercitado sus singulares cualidades en el sistema económico-social vigente, es fundamental para guiar a otros en una empresa que no sabrá muy bien cómo va a desarrollarse, pero en la que ha de creer. Ha de estar persuadido de que, inexorablemente, nuestro planeta, y no el capricho o la coerción de unas personas, nos va a exigir un cambio sustancial en nuestro modo de vida.

- Un ingeniero enciclopédico capaz de liderar equipos especializados en cada una de las ciencias y de las técnicas.

Por supuesto, el líder será el estadista, y cada una de las seis figuras se constituirá, a su vez, en equipo multidisciplinar. No pueden faltar los hombres del derecho, el urbanismo, la biología, la meteorología, la demografía, la estadística, etc.

Y, ¿Por dónde empezar?

Tan importante y singular es la crisis que enfrenta el libro, que justifica el concepto de nuevo paradigma que me permití acuñar al principio. Se atreve a decir el autor que en realidad estamos delante de una verdadera revolución sin parangón con cualquier otra que hayamos podido vivir recientemente: La revolución de la sostenibilidad: Ni la francesa, ni la rusa, ni la crisis de 2007 en adelante guardan el menor parecido.

Tan sólo hay dos revoluciones que pueden servir de antecedente: La del Neolítico que dio paso a la sociedad de agricultores estables desde los cazadores nómadas, hace 10.000 años (empezaron a faltar la caza y los alimentos silvestres), y la revolución industrial del siglo XVIII (la madera empezó a escasear y se sustituyó por el carbón).

Y yo añadiría algo para aviso de navegantes. Nadie crea que esta revolución de la sostenibilidad se sustancia como pura crisis energética, al estilo de la mencionada de falta de madera, o más recientemente de escasez de otros combustibles. En mi artículo de crítica La sociedad de las camisetas digo:

Una tarea intelectual que yo reservaría para la generación del próximo futuro, es la de orientar la aplicación a una sociedad madura, de la energía prácticamente ilimitada que se derivará de la energía atómica de fusión. Esa tarea sería algo así como un CR (Club de Roma) / MIT-II. Se me abren las carnes de pensar lo que ese caudal de energía puede suponer en manos de una sociedad inmadura: la sociedad de  las camisetas.



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