Ahora, en 2014, hace veintitantos años que leí por primera vez esta obra extraordinaria de Freud. Tengo sus hojas llenas de anotaciones hechas en papeles sueltos intercalados en sus páginas para no dañar el suyo, una especie de biblia muy opaco. Se lee muy a gusto porque está escrito con gran sencillez y porque su traducción es una maravilla. Freud deja constancia explícita de este particular anotando su agradecimiento al traductor.


Lo que no quiere decir que esa sencillez no encubra serias complicaciones cuando los sueños pasan a ser cruciales en el tratamiento de psicopatías. Esto es muy notable hacia el final del libro; por ello yo dejo en suspenso mis reflexiones a partir del Capítulo VI.


Más que hacer crítica a la obra de Freud que, en mi caso, sería atrevimiento insoportable, enfocaré mi propósito a iluminar mis experiencias oníricas con la obra de nuestro autor.

Parece que Freud ha caído últimamente en desprestigio a causa, se suele decir, de que toda su obra está sustentada en el sexo. Es una cuestión en la que no voy a entrar porque siendo su obra muy extensa  yo sólo me he acercado a lo que en su Primer tomo trata como LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS, LA PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA y EL CHISTE, Y SU RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE.


De todas maneras, quien tenga curiosidad por saber cómo plantea Freud la cuestión sexual en los sueños puede acceder a su Capítulo XII que es una adición que hizo a su obra en 1911.


Los asuntos que acabo de mencionar no resultan ser cuestiones menores en manos de Freud, así que se convierten en algo de sumo interés para cualquier lector culto o curioso. Nuestro autor no es un ocurrente que se ha inventado estas cosas una mañana y se ha marchado a otro sitio. Es más bien como el enano aquel que Bernardo de Chartres (1130) decía ser, subido a los hombros de un gigante para ver más y mejor que sus antepasados (Newton, a su vez, repitió lo mismo). Ejemplos de sus antecedentes:


La concepción de los sueños en los pueblos primitivos: Sir J. Lubbock, H. Spencer, E. B. Taylor.

Para Aristóteles los sueños no se corresponden con revelaciones sobrenaturales sino que obedecen a leyes de nuestro espíritu humano.

Gruppe, Macrobio y Artemidoro de Dalcis, sueños de dos clases: los relativos al pasado o al presente y los que tienen que ver con la adivinación del porvenir.

Haffner y Schelling: Intento de apoyar en ellos la fe religiosa y de explicar su origen divino.

Burdach, J. H. Fichte y L. Strümpell: los sueños son uno de los secretos beneficiosos de la Naturaleza, para curar el espíritu.

Mi experiencia: Puedo pasarme una noche entera en estado de duermevela que, aún siendo  mejor que el de insomnio, me deja en precarias condiciones para el día siguiente. Sin embargo, de mezclarse el duermevela con un sueño de duración ínfima, salgo como nuevo para la jornada siguiente.

     Creo que es ocasión de aclarar conceptos en relación con el sueño. En español decimos que tengo sueño para expresar que tengo ganas o necesidad de dormir. Y decimos que he tenido un sueño cuando queremos referirnos al hecho onírico de haber registrado ciertas imágenes o vivido ciertos acontecimientos inexplicables mientras dormíamos.

     Esto, el inglés lo resuelve sencillamente: sleep es dormir y dream es soñar.

En francés es más complicado porque abunda en sinónimos y homónimos: rêve, rêver, songe, repos, dormir, sommeil, reposer, reverie.


     Así pues, el traductor de Freud ha decidido (consentido por el autor) llamar reposo al estado en que estamos dormidos sin experimentar sueño alguno, es decir sin tener una experiencia onírica, y sueño propiamente dicho, al hecho onírico. En algún sitio del libro podemos leer: No soñaríamos si nuestro reposo no se hubiera perturbado por cualquier motivo.


Haffner, Weygandt, Maury, Jessen, J.G. E. Maas y la inmensa mayoría de los autores concibe la relación de sueños con la vida despierta.

Que es cosa avalada por nuestro dicho popular el que tiene hambre con pan sueña.

En mi caso está claro en los dos sueños que anteceden, pero no sólo es eso; es que, además, como puede apreciarse, aquella relación se reviste de inmediatez entre vigilia y reposo.

Yo he interpretado bastantes sueños de esta naturaleza porque son mayoría; los califico de facilitos, pero no todos son así: los hay de relación enrevesada entre sueño y realidad, a veces con un distanciamiento entre ambos, de gran consideración (p.e la distancia que media entre infancia y senectud). Añádase a esto la dificultad del interpretador que actúa sobre tercera persona. Freud describe en su libro interpretaciones de sueños propios pero lo realmente difícil es hacerlo sobre un paciente para diagnosticar y curar una neurosis. A fin de cuentas nos conocemos a nosotros mismos mejor que nos puedan conocer otros, y eso ayuda. Pero el psiquiatra, antes de interpretar un sueño de otro tiene que interpretar al que se lo cuenta para poder interpretar después lo que le cuentan.


F. W. Hildebrandt apunta a lo que es nuclear en la interpretación de un sueño: su contenido manifiesto no tiene que ver con la realidad. Puede resultar incluso pintoresco o chocante: hay un rechazo entre ambos. Y sin embargo, existe una íntima relación entre sueño y realidad. La interpretación consiste en eso precisamente: en la habilidad de conciliar rechazo y atracción.


En la relación que hago de los dos sueños puedo garantizar que el contenido manifiesto de ambos no está adulterado. No he tenido necesidad de rellenar lagunas de olvido. Otra cosa es lo que haya podido hacer con ellos para interpretarlos.

¿Habrá cosa más pintoresca que salir de Madrid en un gran autobús (mucho más grande que los corrientes de diseño grande -seguramente el autobús pretende estar a la altura del gran buque-) o en un transatlántico?

Sin embargo puedo afirmar con modesta petulancia que este sueño mío es de libro. Vean si no lo que dice Freud hacia el final de su obra:

     “El proceso del sueño aclara también en parte la singular vaguedad de muchos elementos de su contenido. Nuestro arte interpretativo se basa en esta regla: Allí donde en el análisis se encuentra una impresión que puede resolverse en la elección alternativa de dos elementos (o el elemento A o el elemento B), debe sustituirse, para la interpretación, tal alternativa por una agregación (el elemento A y el elemento B), tomando cada uno de los miembros de la aparente alternativa como punto de partida, independiente, de una serie de ocurrencias.”


La interpretación consiste en extraer el contenido latente no explícito que existe en el sueño. Esa salida de Madrid es un recurso instrumental dentro de la ambigüedad que supone. La salida en autobús ha servido para, a través de Cuenca, traernos a escena al personaje clave M.

La salida en el gran crucero, para poner en evidencia al mentiroso AP, porque todo el mundo sabe que la ruta del Adriático a Suez deja a Sicilia al sur evitando Mesina.

Delboeuf, Maury, Vaschide, Myers, etc. son aportados por Freud en su obra a propósito de lo que yo llamaba antes relación enrevesada entre sueño y realidad. Todos ellos tienen ejemplos de sueños hipermnésticos: aquellos en que el sueño testimonia poseer conocimientos y recuerdos de los que el sujeto no tiene la menor sospecha en su vida despierta. La fuente de esos conocimientos se encuentra muchas veces por pura casualidad.


En mi ANTROPOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA que, con permiso de Freud yo emparento con su Psicopatología de la vida cotidiana, tengo un recuerdo para Peter Justinov que dirigía un programa en la TV de la BBC hace ahora 60 años. Los argumentos eran precisamente sucesos hipermnésticos que envolvían a sus personajes en recuerdos y olvidos con resultados de lo más pintorescos. Todavía puedo tararear una canción que entonces traía de cabeza a alguien que la reproducía fielmente en uno de aquellos programas sin ser capaz de identificar la fuente de esa fidelidad.


Strümpell y Volkelt se refieren a esas relaciones enrevesadas que anclan los sueños en la lejana infancia y juventud no sólo por recuerdos importantes de aquellas edades, sino incluso por detalles menores completamente olvidados que el sueño recupera y que el sujeto que sueña llega a reconocer gracias a él. El propio Freud aporta también ejemplos propios.


Aparte de la importancia de los recuerdos y olvidos en relación con los sueños, hay otra cuestión de lo más interesante, y es la de cómo se pueden estimular los sueños. Ya señalé antes cómo el hambre puede estimular un sueño relacionado con la comida. Freud nos recuerda que los sueños vienen del estómago.

Los antiguos no tenían problemas para asignar fuentes a los sueños: era la divinidad la que los causaba. La era de la ciencia ha analizado el tema y ha clasificado en cuatro a las fuentes oníricas; esa clasificación es la misma que atañe a las distintas clases de sueños:

1. Estímulo sensorial externo (objetivo).

2. Estímulo sensorial interno (subjetivo).

3. Estímulo somático interno (orgánico).

4. Fuentes de estímulo puramente psíquicas.

stás en: LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

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