QUIÉN hay detrás

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Título: ÁRBOL DE LA MEMORIA. Muestra Antológica 1980-2014.


Autora: Soledad Cavero. Es una poeta cuya obra ha sido estudiada en St. Thomas University-Fredericton (Canadá), The Eastern University (Oregón), University of Villanova, Philadelphia, etc. Figura en el Nuevo Diccionario de Autores de las Letras Españolas 1988.


Huerga & Fierro Editores, 2015. 357 páginas.


Como siempre, es un placer releer a Soledad con reposo para adentrarse en su mundo de imágenes y metáforas de profundidad infinita. No voy a hacer crítica literaria, que eso ya lo hizo en su día, mejor que nadie, Manuel Alvar. ¡Qué tiempos más buenos aquellos en que el Blanco y Negro del ABC nos recreaba en la crítica de cine de Julián Marías y la literaria de Manuel Alvar!


Me voy a limitar, según mi costumbre, a recordar los poemas que resultaron más de mi gusto. Sólo unos pocos porque otra cosa sería labor excesiva.


De sus poemas inéditos JARDÍN DE OLVIDO retengo estos cuatro versos de TIEMPO A DESHORA, y verán por qué.


          Qué perfidia esconde / ese tránsito a deshora en el cruce / de dos vidas que no pueden / coincidir aunque quisieran.


El verano pasado me ocupé en el empeño de aprendiz de dibujante para lo cual tomé lecciones del maestro indiscutible que fue Antonio Mingote. Su libro El caer de la breva pudiera parecer a primera vista un libro menor pero, por el contrario, y como todos los suyos, es un libro de gran alcance.


Su estructura es de ráfagas como las de Soledad, pero con una particularidad. La estructura contempla una idea que se desarrolla en página par con un dibujo y se describe, literariamente con la gracia y profundidad natural del maestro en la opuesta página impar.


Mi aprendizaje tenía estas fases sosegadas: Leer el texto. Captar la idea. Observar con atención cómo el dibujo la representaba. Cerrar el libro. Dibujar de memoria lo visto y captado como idea. Comparar mi dibujo con el de Mingote. Aprender de mis fallos.


Pues bien, lo sorprendente del caso es que los versos de TIEMPO A DESHORA son exactamente lo que Mingote narra sin título en la 8ª historia de su libro. Copio textualmente porque no tiene desperdicio:


"Tropezaron, ella al entrar y él al salir del ascensor.

     -Perdón dijo él– pensando que acababa de chocar con una de esas cretinas atolondradas que se precipitan a la peluquería con la pretensión, una vez bien peinadas, de seducir a un idiota y vivir a su costa para siempre.

     -No es nada- dijo ella, lamentando la abundancia de hombres presuntuosos, como ése, probablemente homosexual y sin más aspiraciones que la de llegar a tiempo para disfrutar del partido de fútbol bebiendo cerveza frente a la tele.

     Y siguieron su camino, él al quirófano donde operaba aquella tarde, y ella a la biblioteca a consultar unos datos sobre la memoria histórica que estaba escribiendo.

     No sabían que habían nacido el uno para el otro, que, juntos, habrían sido felices toda la vida.

     No volvieron a encontrarse en ningún otro lugar del universo."


La imagen es un portento: Refleja la prisa de ambos y se ve que cada uno está pensando en oposición del otro tanto física como mentalmente.


Del mismo JARDÍN DE OLVIDO me fijo en PRIMERA ESCARCHA


"Cuánto dolor en este árbol / que fue guitarra de verde música. / Retumban todas sus ramas / mientras los golpes del invierno, / ensangrentados de rocío, / anuncian la incomprensión del aire. / Añoso el árbol, en soledad llora / el gélido amanecer de su primera escarcha."


¿Recuerdan el ciclo de canciones de Franz Schubert titulado Viaje en invierno, y la más famosa de entre ellas, la titulada El tilo?


"Un tilo hay en la fuente / cercana a la ciudad / …"


La canción es muy bella, como todo lo de Schubert pero, qué quieren que les diga, a mí me hubiera gustado más que el compositor austriaco hubiera elegido el poema de Soledad para acompañar a su música, en vez de hacerlo con los versos de W. Müller.


Ello habría tenido un inconveniente ya que al lied le va más el heptasílabo. Por consiguiente, Soledad tendría que buscarse un compositor de los de ahora que le dé vida musical a sus versos. Se me ocurre pensar en Fernando Velázquez que musicó la película OCHO APELLIDOS VASCOS y que yo encuentro sensacional.


Asimismo de JARDÍN DE OLVIDO quiero destacar el poema titulado LA DAMA MÁGICA


"Cuando la Dama Mágica de la muerte / venga disfrazada de abalorios / y no pueda despertar el río con alguna barca, / en el ocaso último de todos mis sueños / sacúdeme, amor. / Que en el cortejo final del tiempo / sean mis ojos los ojos tuyos / que no quede en mí la más leve marca / de quien pretendió arañar mi vida. / Que igual que vine / sepa marcharme sin ninguna espada, para morir amando en pleno  olvido / y festejar la noche del inquietante encuentro."


Hermosos versos que dan la talla humana de una persona que anhela un broche digno para una vida empapada de amor y de esperanza. Sin temor, serena, pero consciente de la noche que vendrá, se acoge a la compañía de unos ojos que han de sustentarla en el trance: el trance al que se apresta sin el mínimo mal recuerdo. Generosidad hasta el final.


Por fin, seleccionaré la colección de poemas dedicados a Pablo que Soledad titula CON SABOR DE OTOÑO Y OTRAS CLARIDADES. Ellos me dan lugar a recrear los tres primeros versos del poema III.


"Cómo decirte, amor, que el mar arde / en tu pecho, que tu océano colma / mi corazón, casi de piedra antes que tú vinieras. / …"


Me faltan las palabras que a Soledad le sobran para expresar la admiración que inspira la apuesta que ella hace por el nuevo amor otoñal purificado de primaveras de abril pero edificado sobre la experiencia y siempre, siempre amor realizado, de verdad compartido, empapado de generosidad y valentía. El amor hecho palabra para que así conste ante la eternidad.