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TÍTULLO: Sapiens. De animales a dioses          

AUTOR: Yuval Noah Harari. Es Doctor en Historia por la Universidad de Oxford y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

GRUPO EDITORIAL: Penguin Random House; 6ª edición 2016, 493 páginas.

Lo primero que se le ocurre al lector que se enfrenta a esta obra monumental es recordar, parafraseándolo, el elogio que Azorín hizo de “Nada”, la famosa novela de Carmen Laforet. Uno diría:

“Tiene usted treinta y siete años. ¿Y usted cree que a esa edad se puede hacer lo que usted ha hecho? ¿Qué es eso de publicar un tratado histórico que abarca 13.500 millones de años con la pulcritud, solvencia, sabiduría, sencillez y desenfado con el que nos ha dejado a todos pensativos, entretenidos y algo más ignorantes que lo mucho que ya éramos?”



FE DE ERRATAS.

No pasaré por alto anotar las tres que he captado. Realmente, sólo la primera es errata; otra es, a mi juicio, una ligereza, mientras que la tercera es un desahogo por mi parte.

Páginas 283 – 284 … un principio fundamental de la religión maniquea afirmaba que el mundo es un campo de batalla entre el bien y el mal …  los humanos están atrapados entre estas dos fuerzas … Pero el profeta Manes no hizo intento alguno por ofrecer una fórmula matemática que pudiera emplearse para predecir las opciones humanas al cuantificar la intensidad respectiva de estas dos fuerzas. Nunca calculó que “la fuerza que actúa sobre un hombre es igual a la aceleración de su espíritu dividida por la masa de su cuerpo”.

Donde dice dividida debe decir multiplicada.

Página 52 … Fisiológicamente, no ha habido una mejora importante en nuestra capacidad de producir utensilios a lo largo de los últimos 30.000 años. Albert Einstein era mucho menos diestro con sus manos que un antiguo cazador-recolector.

Einstein tocaba el violín desde los seis años y, más tarde, el piano.

Página 386 … el desorden ecológico puede poner en peligro la propia vida del Homo sapiens … Muchos denominan a este proceso “la destrucción de la naturaleza”. Pero no es realmente destrucción, es cambio. La naturaleza no puede ser destruida. Hace 65 millones de años, un asteroide aniquiló a los dinosaurios, pero al hacerlo abrió el camino para el progreso de los mamíferos. Hoy en día, la humanidad está llevando a muchas especies a la extinción y puede incluso llegar a aniquilarse a sí misma. Pero hay otros organismos a los que les va muy bien. Las ratas y las cucarachas, por ejemplo, están en su apogeo. Probablemente estos tenaces animales saldrían de entre las ruinas humeantes de un Armagedón (1) nuclear, dispuestos a difundir su ADN y capaces de hacerlo. Quizá dentro de 65 millones de años, unas ratas inteligentes contemplarán agradecidas la destrucción que la humanidad provocó, igual que nosotros podemos dar las gracias a aquel asteroide que acabó con los dinosaurios.

(1) Término que aparece en el Apocalipsis de San Juan (16; 16) para evocar el fin del mundo o el fin de los tiempos provocado por una catástrofe.


No pudo encontrar nuestro autor dos animales más repelentes y que más aversión pudieran producir en mí, que los que cita. Ha cometido un error si piensa que voy a leer el descendiente del libro que nos ocupa y que ha titulado Homo Deus; breve historia del mañana.



El libro actual se inicia con lo que el autor llama “La línea temporal de la historia”. Es un índice cronológico cifrado en años AP (años Antes del Presente). Comienza en 13.500 millones de años (con el big bang aparece la materia y la energía) y finaliza en 200 (la revolución industrial). Las dos últimas rúbricas son El presente y El futuro. Entre el comienzo y el fin se enmarcan 20 hitos.


Yo me he permitido interpolar para mi propio uso y mejor visualización de los acontecimientos, estos cuatro capítulos:


-Atapuerca (que no está mencionada en el libro) ocuparía el séptimo lugar más antiguo de entre los 20 del índice, con 800.000 años y hasta 1,2 millones de años AP.


-Altamira, con 12.500 años AP, es mencionada en la página 119 al tratar de LA LLEGADA DEL FUTURO. Visto desde el presente de los cazadores-recolectores, el futuro estaba determinado por el nuevo tiempo agrícola. Y las Cuevas de Altamira se situaban en la frontera de ambos tiempos.


-Moisés, con 3.300 años AP. Como el Capítulo 3 del libro se titula “Un día en la vida de Adán y Eva”, una apelación tan directa al Génesis merece un recuerdo para su autor. De mi Biblia (Nácar-Colunga, 1958) copio lo que en su página 6 dice la Comisión Pontificia Bíblica: “ La autenticidad mosaica del Pentateuco [cuyo primer libro es precisamente el Génesis] no exige que Moisés haya escrito todas y cada una de sus partes. Puede permitirse la hipótesis de que Moisés encomendara a diversos amanuenses la ejecución de la obra, que él, con divina inspiración había planeado, confirmándola, después de la ejecución, con su autoridad”.


Hago esta última interpolación cronológica porque tal como nos contaron la Biblia de pequeños, no vaya a ser que alguno, al crecer y enterarse de lo del big bang, pueda llegar a pensar que Moisés fue el periodista que Dios envió al momento en que apareció la materia y la energía para contárnoslo a nosotros ahora, en 2017 dC.


-Cristo tiene su sitio, como es natural en 2017 años AP. Es curioso observar que en la página 87 podemos leer, por primera vez, algo como esto: