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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2   3    4    

326.- No es bueno ser demasiado libre. No es bueno sufrir todas las necesidades.

Programa centrista. El exceso de libertad mal administrada conduce al egoísmo y al consiguiente sufrimiento de los otros. Para evitar las necesidades lacerantes de los demás, aparte de ser libres, hay que ser altruistas.

268.- La grandeza del hombre. La grandeza del hombre es tan visible que puede deducirse hasta de sus calamidades. Porque lo que es naturaleza en los animales, lo llamamos calamidad en el hombre; con lo cual reconocemos que puesto que su naturaleza es hoy semejante a la de los animales, se vio desposeído de una naturaleza mejor que antaño le era propia.


270.- Somos incapaces de no desear la verdad y la dicha, y también somos incapaces de alcanzar la certeza y la dicha. Se nos ha dejado este deseo tanto para castigarnos como para hacernos comprender que hemos caído de muy arriba.


314.- … puesto que se es aún más infortunado cuando se ha caído de más arriba.

Argumento ingenioso este de Pascal que, por cierto, esgrime con frecuencia: el hombre es hoy una mezcla de bien y de mal, que lo proyecta a la búsqueda de una felicidad imposible o de una maldad destructiva.


Con sólo lo cual concluye nuestro autor que en otro tiempo tuvo que disfrutar el hombre, necesariamente, de un nivel superior de pura felicidad, sin ningún género de maldades.


A mí esto me recuerda la historia de los arqueólogos que investigaban en Egipto acerca del tercer faraón de la Dinastía XIX, Ramsés II, el del tiempo de Moisés, 1.283 aC. Se decía que como no habían encontrado en sus excavaciones ni un metro de cable de cobre, ello era señal cierta de que los egipcios de entonces ya se comunicaban por telegrafía sin hilos.


El argumento de Pascal tiene mucho mérito ya que fue emitido bastante antes de que el 30 de junio de 1.908 la Comisión Pontificia Bíblica decretara “… la felicidad original de los primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad …” [8ª edición de la Sagrada Biblia -B.A.C.-]. Es decir, antes del pecado original se era inmortal; después, ya, no.


Como resulta que los que vivimos ahora hemos perdido la felicidad original, ¿Quiere ello decir que hemos perdido la inmortalidad de nuestra alma? Porque está claro que sí hemos perdido la de nuestro cuerpo. De ser esto así, los malos que vayan a ir al infierno deben estar frotándose las manos de gusto porque ya no van a poder ser “eternamente atormentados allí” (Catecismo del P. Astete).


En todo caso, los vivientes actuales (todos los que sufrimos el pecado original al nacer) debemos estar muy agradecidos a la referida Comisión Pontificia Bíblica por habernos privado, parece evidente que con carácter retroactivo, de la inmortalidad. Sólo así se explica que aún podamos caber todos en la tierra.



Dejo ya los Pensamientos para pasar a la primera de las Cartas Provinciales. Ya aclaré al principio cual era su forma. De ahora en adelante voy a intentar establecer la trazabilidad de su contenido. Para ello situaré a Pascal y su entorno biográfico en el orden más adecuado para su mejor comprensión.


Jansenio (1585-1638), gran admirador y conocedor de la obra de S. Agustín, fue nombrado obispo de Yprés en 1636. Era partidario del santo de Hipona y contrario a los Jesuitas. Escribió su obra teológica Agustinus publicada póstumamente en 1640. Defendía en el seno de la iglesia católica una noción de gracia divina basada en San Agustín, similar a las ideas de Calvino.


Cinco proposiciones contenidas en el libro fueron consideradas heréticas y condenadas por el Papa Inocencio X en 1653, a instancias de los Jesuitas. La condena fue ratificada por el papa Alejandro VII en 1656. Como reacción a esta condena Pascal escribió en 1656 su primera Carta Provincial.


Hay que decir que los descubrimientos científicos de Pascal se produjeron con toda normalidad. No fue ese el caso de los que pueden relacionarse con la vida religiosa y en particular con la teología. Veamos algunas circunstancias que fueron acompañadas de lo que podríamos llamar inspiraciones divinas.


1643 - 1646.- Su familia no era precisamente muy religiosa. Su padre sufrió una rotura de clavícula  y los médicos que lo atendieron transmitieron a Pascal información sobre Jansenio, ya fallecido. Su hermana Jacqueline se fue monja jansenista y él, que sufría fenómenos de parálisis en las piernas con permanentes dolores, interpretó su enfermedad como signo divino y empezó a llevar una vida ascética.


1654.- Después de un accidente con su carroza del que salió ileso de milagro tuvo una experiencia religiosa que plasmó en un singular y breve documento titulado Memorial que no le abandonaría nunca ya y que le llevó a una conversión a la ortodoxia y al moralismo religioso de los jansenistas.


1656.- Ocurre la sanación de una sobrina suya que acudió a Port Royal, cerca de Versalles. Pascal solía visitar este lugar, en el entorno de un antiguo monasterio de monjas cistercienses, donde se habían establecido los llamados “ermitaños jansenistas" o solitarios. Allí se relacionó con su confesor (de él y de los solitarios) M. de Saci y con el Dr. A. Arnauld, hermano de la abadesa de Port Royal y confesor de este monasterio. Como el Dr. Arnault defendiera las tesis del libro de Janseio, Agustinus, fue expulsado de la Sorbona. Todas estas circunstancias fortalecieron la fe de Pascal que se dedicó a producir escritos de motivos religiosos y teológicos. El Dr. Arnault le pidió ayuda en su defensa, Pascal aceptó y, con el seudónimo de Luis Montalto escribió su primera Carta Provincial.