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Título: DIÁLOGOS DE LOS MUERTOS.

Autor: Luciano de Samosata (125–181 dC).

Feedbooks, 73 páginas; 30 Capítulos Más uno de Notas.




Ya tenía yo ganas de llegar a los Diálogos de Luciano después de haber leído a Marcial, a Montaigne, a Erasmo, a Voltaire, a Mingote y a Cervantes. Y de haber visto al magister de los magos, Woody Allen, en su inigualable “Scoop” (Primicia). Dudé entre meterme en lo que dialogaban los dioses o los muertos corrientes y opté por estos últimos. Los dioses griegos me resultan demasiado complicados, milagreros y fantasiosos.


Cervantes hizo con los perros vivos lo mismo que Luciano hacía con los personajes muertos en puros huesos: los hacía hablar, que no sé cual de las dos habladurías sea más difícil de conseguir. Cipión y Berganza, los perros del Hospital sevillano de El Coloquio de los perros se cuentan sus vidas mientras Escipión, Alejandro y Aníbal son subidos al podio olímpico por Luciano después de disputar sus medallas, no en cueros, sino en huesos (Capítulo 12 en el que el oro es para Alejandro, la plata para Escipión y el bronce para Aníbal).


Mingote tiene otro de perros: En la inauguración de la anual exposición canina en el Retiro de Madrid coincidieron, al igual que otros años, dos perros como vecinos de jaula. La escena mostraba a la gente pasando curiosa delante de las jaulas igual que solía hacer delante de las casetas de la Feria del Libro. Uno de los perros se vuelve a su vecino y le pregunta:

–Hola, ¿Qué tal?

–Pues ya ves, chico, lo de todos los años. Muchos hombres, mujeres y niños…



Dije antes que me iba a apartar de los dioses en mi relato pero, tratándose de griegos (y Luciano no sólo era griego, sino grecolatino, es decir, helenístico), resulta imposible. Así pues voy a seleccionar los capítulos que contengan a los dioses imprescindibles, a los personajes o caracteres más próximos al inframundo y a la colaboración de algún que otro muerto famoso.


Plutón era el dios romano del Inframundo (lo que está por debajo del mundo): Hay dos debajos: el que pisamos los mortales, ése en el que cavamos las fosas para enterrar los cuerpos de  nuestros muertos y otro más profundo (no se sabía cuánto de profundo) al que iban a parar sus almas.  Plutón en griego era Hades.


Por cierto, cuando puse música a Mingote, una antología del gesto empleé dos composiciones: La Pastoral, de Beethoven, para acompañar el bloque que llamé de la psique ascendente y El cisne de Tuonela, de Sibelius, para el de la psique descendente. Tal me pedía mi intuición para expresar, respectivamente, lo amable y la triste melanciolía. Pues bien, ahora me entero de que Tuonela es el nombre que dan los finlandeses al infierno, al reino de los muertos. En esta ocasión no me falló la intuición. Me falta añadir que el tal cisne era negro, igual que la raíz de melancolía, y que las imágenes que asocié al bloque de la psique descendente estaban dibujadas en blanco y negro; las otras estaban coloreadas.


Como se ve, en la antigüedad había bastante confusión sobre el destino de los muertos y así siguió la cosa hasta que en el siglo XVI el Jesuita P. Astete (1537–1601) parece que inspirado por el Concilio de Trento o, directamente por Dios –yo no lo sé–, escribió El Catecismo de la Doctrina Cristiana que en el siglo XX teníamos que dar de memoria en mi parroquia, cuando yo era niño.


Naturalmente, el P. Astete sabía tan de buena tinta eso de los infiernos y dónde estaban, que yo no tengo noticia de que la Jerarquía católica haya desmentido la noticia (la scoop que diría Woody Allen). Copio de mi Catecismo:

P.: ¿Pues hay más de un infierno?

     R.: Hay cuatro en el centro de la tierra, y se llaman: Infierno de los condenados, Purgatorio, Limbo de los niños y Limbo de los Justos o Seno de Abraham.

CAPÍTULO 2.- Plutón contra Menipo.


A Plutón ya lo conocemos: era el dueño del infierno; a él elevaban sus recursos de súplica los internos.


Menipo era una especie de whistle blower (un tocapitos como los que se apuestan en la acera de enfrente de la sede de la Delegación del Gobierno para tocarle las narices al Delegado con sus pitadas intermitentes y en sesiones sin fin). Era un satírico (el de la sátira menipea, naturalmente) que fue retratado por Velázquez para que hiciera pareja con Esopo, el que cito y muestro en mi

http://www.caprichos-ingenieros.com/ewExternalFiles/ESOPO.pdf


Plutón llamó al orden a Menipo porque recibió la queja de tres muertos de postín que se quejaban de que el satírico se cachondeaba continuamente de ellos y apagaba sus suspiros y lamentos con un canturreo cínico insoportable.


Los postineros debían de ser los que en vida encabezaron la Lista Forbes de entonces, que incluía a reyes como éstos: Creso, Midas y Sardanápalo, los detentadores de riquezas, oro y placeres sin cuento.