Recordando lo dicho antes, veremos ahora la aplicación china a las grandes esloras de los barcos, sin olvidar a los rascacielos de Shanghay, que dejan pequeños a los neoyorquinos.


Hablando de esloras y de la isla del pacífico para plásticos, me entero de que el Emma Mearsk es uno de los portacontenedores mayores del mundo con: 400 m de eslora (los hay de 460); una potencia instalada de 110 Mw y una velocidad de crucero de casi 50 Km/h. La expreso así, mejor que en nudos, para que la gente pueda hacer su comparación con que un tractor agrícola tiene limitada su velocidad en carretera a 20 Km/h.

Pero veamos en qué se emplea ese gigante (y otros por el estilo) en su ruta China-Europa y viceversa. De allá para acá nos trae la electrónica de consumo allí fabricada para las Firmas occidentales, en especial, reproductores de audio a millares (esos que taponan nuestros oídos) y, sobre todo, suministros para los europeos chinostodoacien, amén de cientos de especies de chucherías.


De regreso, como Europa está en déficit con China (pero parece que ésta se sigue fiando de nosotros), le devolvemos, fundamentalmente, contenedores vacíos o llenos de basura reciclable, plásticos incluidos. Aunque ningún ingeniero químico nos ha dicho aún si los plásticos son reciclables, o hay que aislarlos en la isla franco-plástica.


Por supuesto, deseo y espero  que la industria de guerra (prefiero evitar el eufemismo de la defensa) tenga sus quinquenios contados. Que se vea sometida al desmantelamiento como el de las cabezas nucleares: Con acuerdo de todos. Seamos prácticos: construir una armada superferolítica que no puede reducir a cuatro piratas en el mar, no ha servido para otra cosa que para ser construida, para consumir material, energía, y capital, y eso sí, para dar empleo. Y para reciclarla cuando esté anticuada que es cosa que ocurrirá enseguida,  ya que, como decían los antiguos, hacer y deshacer, todo es hacer. Parece que éste sea un caso particular pero, si nos fijamos detenidamente, no es sino la consecuencia del proceso económico a que nos atenemos.


Hemos descubierto el respetuoso reciclado, y estamos felices. Al menos Penélope recicló su lana con poquísimo desgaste entrópico durante 20 años, pero nosotros reciclamos el Rolls en cuanto un cenicero se nos llena. Como si reciclar resultara gratis! Y como si no fuera mejor no tener que reciclar porque no se produjo lo superfluo!

El peso de los servicios deberá ser el que corresponde a una sociedad desmaterializada: Se prestará atención a la persona que la necesite en cualquier edad, siempre que la necesidad en juego la justifique. No vayamos a crear una nueva y aún más sofisticada industria del ocio, para subvenir a necesidades ficticias, marginales o incluso perjudiciales. Hace muchos años visité el maravilloso Valle de Ordesa. Hoy me decía un aragonés que aquello está ahora tan masificado como la Gran Vía. ¡Ahora que cualquiera lo tiene a su cómoda disposición en su propia casa y con más detalle que al natural!


La prestación de servicios de software es otro campo en el que los españoles podremos destacar. Somos imaginativos y muy buenos para la poesía y la pintura. En la misma línea creo que hemos de serlo para crear software. Hoy no hay pretexto para no desarrollar esa industria enormemente útil, desmaterializada y de mucho valor añadido. Todo esfuerzo dedicado a ella tiene un gran poder multiplicador. Lo práctico será orientarla hacia el desarrollo de la nueva sociedad y no al crecimiento de la vieja que se vaya quedando atrás.

La industria del software conserva desde hace más de 40 años sus dos campos básicos: el de los analistas y el de los programadores. Los vendedores por cuenta de las multinacionales del sector dicen que la clave está en los primeros (siempre ha sido así), pero que ese campo requiere grandes inversiones, y por tanto una masa crítica de clientes enorme, mientras que la programación, cosa de menor entidad, la hace muy bien y por poco dinero la gente lista de la India.

Me resisto a aceptar esta situación como irreversible a la vista, sobre todo, de cómo ingenieros jóvenes emprendedores españoles se han atrevido a irrumpir, y con éxito, en el mercado internacional de la electrónica de consumo. Por no mencionar el softaware Foram de la Ingeniería española Sener que usan más de cien astilleros de todo el mundo.

Habrá que añadir dos connotaciones a esta consideración. La primera es que los ingenieros informáticos han de reflexionar sobre si hacer la competencia a Microsoft, Google, IBM o Apple (cosa improbable), a las grandes compañías de soft (Exact Software), a las distribuidoras de éstas, o han de ir de francotiradores en campo abierto. La segunda es que, se evidencia la necesidad de que el ingeniero informático sea polivalente. No basta ser un buen informático; ha de ser enciclopédico: debe conocer todo lo necesario de las otras profesiones a fin de convertirse en un conspicuo interlocutor de sus clientes.

Han de potenciarse los servicios que ayuden a crecer a las personas, lo cual se consigue cuando éstas dan algo desde dentro de sí mismas y no se conforman con ser receptoras pasivas de lo que se les eche. Éste es realmente el fruto de la cultura. A ello me refería antes al tratar de la educación y formación de niños y jóvenes.

Para vislumbrar el factor empleo en el nuevo paradigma, lo primero que hace falta es analizar en qué nos empleamos ahora. Después del análisis veremos que nos empleamos, mayormente, en emplearnos, en alimentar una espiral de crecimiento sin sentido y sin fin. Es decir, sobran empleos. Habrá que reducir horarios para dedicarnos a otras tareas de más sustancia. Y habrá que rescatar otras que hemos abandonado, tales como la dedicación a la familia, por ejemplo.

Pero hay otras oportunidades de empleo hoy inexploradas, aparte de la dedicación a los servicios. Así, el fomento y mantenimiento de la masa forestal, actividad que puede absorber mucha mano de obra no cualificada. En lugar de, o además de, capturar el CO2 de los automóviles, por qué no exigir que por cada unidad de CO2 emitido se creen las unidades equivalentes de masa arbórea que absorban dicho CO2? Y por qué no meter a los árboles en el juego de la reposición de energías no renovables por las renovables? ¿O es que ya no son posibles como lo era antes las reforestaciones masivas por causa de las sequías o las lluvias torrenciales que nos trae el cambio climático que estamos produciendo? ¿O es que la fijación del C por los árboles no está garantizada a medida que éstos crecen?

Otro empleo pendiente de materializar es el de hacer las ciudades más acogedoras a fin de evitar esos éxodos masivos que se producen cada dos por tres. La forestación urbana podría contribuir positivamente a ello. Y a que se crearan minicentrales térmicas (por supuesto no contaminantes) alimentadas con el producto de la poda, tanto urbana como rústica, ahora que están tan de moda las minicentrales hidráulicas y que ha de llegar la cogeneración distribuida: se trataría de generar electricidad a media o baja tensión según conveniencia de las redes urbanas.

¡Ni un m2 marginal de la ciudad, sin árbol!

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