Hay que encontrar una solución que evite nuestra adicción al crecimiento exponencial.

… los economistas tienen por delante una tarea excitante: La de recomponer toda la teoría económica vigente. Ésta, ya sea de libertad, de intervención o de compromiso, se ha quedado anticuada. Ha sido útil hasta ahora, porque se inspiró en la necesidad primordial de la humanidad en las altas edades, de dominar a la naturaleza, su enemiga. Hoy ya vemos que se han invertido los términos: La naturaleza se defiende de la acción del hombre con grave riesgo para éste.


     Antiguamente, el hombre, en su afán de dominio y crecimiento no tenía límites para éste porque había naturaleza de sobra para todos los que éramos. En aquellas circunstancias, la teoría económica se articuló para asegurar a la especie humana un crecimiento económico sin fin. Basta leer cualquier manual de macroeconomía para ver que … las medidas de carácter económico tratan de influir sobre la marcha de la economía para conseguir un elevado ritmo de crecimiento sostenible en el medio-largo plazo.

     Antes no se sabía que lo era, pero hoy, ya estamos de vuelta de que lo de crecimiento sostenible es un puro oxímoron. Sin embargo, seguimos con las mismas teorías, prácticas, recetas, proclamas, exigencias, coartadas, apetencias y apariencias.


El Nuevo Paradigma de Límites que necesitamos tiene una complicación que me recuerda lo ocurrido con nuestras Cortes al inicio de la Transición Democrática española: se hicieron el haraquiri para alumbrar una nueva Constitución. Son los economistas los llamados a hacer la transición a ese Nuevo Paradigma que reconoce como pilar fundamental lo de que crecimiento sostenible es una contradicción real que no se solventa con parches (economicistas o ingenieriles, lo mismo da), eufemismos, cambios de tono al pronunciar las palabras, terminologías ambivalentes u otros recursos al uso. Es decir, no sirve cambiar la palabra crecimiento por desarrollo si con ésta queremos decir lo mismo que con aquella.


     Yo animo al economista a que se aplique al cambio, porque pienso que estaría en su papel: él sabe desde dónde hay que saltar; sólo le falta amar la convicción necesaria para hacerlo. De lo contrario, puede que aparezca un aficionado como Adam Smith, un filósofo que terminó en aduanero y que, entre tanto, alumbró lo que hoy tenemos: se le recompensó, a posteriori, con el título de economista padre de la Economía moderna. Piense el economista que en el tejado está la pelota de un Premio Nobel de Economía para quien tenga el valor de creérselo. El cambio se producirá cuando la necesidad sea mayor que la resistencia que se le opone.


     Hasta ahora los economistas han sido reacios al cambio, pero la realidad está descolocando a muchos. Por ejemplo, las pérdidas económicas mundiales causadas por catástrofes relacionadas con el clima, crecen exponencialmente.

     Visto que se admite una influencia de la actividad humana en el comportamiento de la naturaleza, quisiera enfatizar otra acción de formación en ingeniería, que me preocupa. Y expreso esta preocupación sin estar seguro de que tenga todo el  fundamento aunque sí se me hayan mostrado serios indicios.


Las nuevas tecnologías deben servir para que los niños y jóvenes tengan algo más que un ordenador con el que juguetear. Deben tener la posibilidad de usarlo como herramienta y así formarse para programar y resolver problemas, y no me refiero sólo, claro, a los problemas de enunciado.

Desde esta idea salto a la formación en dinámica de sistemas que debe ser habitual en los currículos universitarios (no sé si ahora lo es). Un buen ejemplo que la justificaría es el hecho que acabo de mencionar de cómo los diversos subsistemas del universo están interrelacionados. Tenemos que aprender a modelizarlos para resolver, en diferentes escenarios, lo que su evolución pueda depararnos.


Al alcance de la Universidad está el anteriormente mencionado libro de Meadows con su Modelo Informático completo, el World3, desarrollado en el MIT para integrar la información (datos) y las teorías relativas al crecimiento.

Es más, yo animaría a la Universidad Politécnica y en particular, a todas las Escuelas de Ingeniería, a crear en su seno un Think Tank permanente para estudio, análisis, profundización, crítica y búsqueda de resultados asociados al World3. Es en la Universidad donde mejor se debe poder desarrollar una actividad semejante ya que ha de apoyarse en su independencia y apertura sin interferencias ni mediaciones de protectores, mecenas, esponsoreadores  o figuras semejantes.



¿Qué debe conocer la sociedad respecto de la ingeniería?

Que ésta sirve para aclararle conceptos de uso, y para orientarle con fidelidad. Lo está echando de menos. Le falta una voz solvente, de fiar, de peso, valiente, independiente, permanente. Pondré sólo unos ejemplos, pero hay muchos.

Los ejemplos que siguen están planteados para dar a entender que la respuesta que desde la Ingeniería ha de darse a la Sociedad debe evitar las “ingeniosidades de creativo huero” envueltas en obviedades, explicaciones que el más lerdo puede falsar, y el magma propagandístico que puede crearse so pretexto de una explicación pedagógica.

     Por el contrario, la sociedad quiere ver datos, claridad y transparencia. Veamos:


     * Desde las instituciones se induce a la gente a separar los residuos domésticos para facilitar a dichas instituciones el reciclado (papel, vidrio, residuos orgánicos y plásticos); incluso se amenaza a los infractores.

     Sobre la cuestión no he visto que nadie aclare algo con sustancia al gran público. Propaganda y demagogia, mucha, pero …

     He leído recientemente en un periódico solvente, que en el Pacífico se está creando una isla artificial tan grande como Francia para verter allí los residuos plásticos. ¿De quien hay que fiarse, del periódico o del ayuntamiento? ¿De la mezcla de plásticos diversos se puede obtener granza plástica con destino a productos de calidad inferior  aunque de útil aplicación? ¿O hay que separarlos uno a uno según polímero? En esta misma línea he leído que los respetuosos mediombientalistas fabricantes de automóviles están empezando a marcar en cada pieza de plástico la designación del polímero para facilitar su reciclaje posterior. ¿Es pues, cierto que los plásticos son reciclables? ¿En qué condiciones? ¿O simplemente hay que quemarlos? ¿O no se pueden quemar por causa de sus emisiones? ¿O tendrían que ser todos biodegradables, si es que ello fuera posible? ¿En qué consiste y cuanto cuesta la biodegradación? ¿Y cual sería el efecto de la biodegradación ésa? ¿Cuánto cuesta reciclar en el conjunto del ciclo de vida de algo? ¿Reciclar es la panacea por respeto al medio ambiente? ¿O sería mejor no tener que reciclar (no fabricar bolsas de plástico para expedir una cajita de aspirina en la farmacia)?

     Como podría decir Taguchi, alguien paga en la sociedad para que se consuma sin necesidad una bolsa de plástico, a menos que se considere necesidad el que la farmacia se anuncie en esa bolsa de plástico.


* Otro ejemplo: Se nos está haciendo desmontar el cableado de todas las instalaciones eléctricas cuyo aislamiento consista en PVC, por el perjuicio que el cloro conlleva al romper las moléculas de ozono estratosférico. ¿Ese perjuicio se manifestará sólo cuando arda la instalación eléctrica y se libere el Cl?

Al mismo tiempo, se nos dice que debemos aislar bien las viviendas para ahorrar energía y así evitar la emisión de CO2 a la atmósfera. Y para ello nada mejor que instalar las perfectas ventanas llamadas de PVC (supongo que se llaman así por algo). Se están instalando profusamente y con todas las bendiciones.


     * Otro caso: Se prohibieron los clorofluorocarbonados (CFC: esprays para lacas y freones de refrigeración) con positivos resultados, al parecer, en la disminución del agujero de ozono de la Antártida. Pero parece que los trenes de alta velocidad siguen empleando el mismo tipo de refrigeración. Y es más, se dice que China los está fabricando masivamente para compensar los que no se fabrican en Occidente. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

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